15/04/2015. Cuarto Domingo de Cuaresma.
Lectura del
santo evangelio según san Juan (3,14-21):
En aquel
tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: «Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el
desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que
cree en él tenga vida eterna.
Tanto amó
Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los
que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al
mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree
en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en
el nombre del Hijo único de Dios. El juicio consiste en esto: que la luz vino
al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras
eran malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a
la luz, para no verse acusado por sus obras.
En cambio,
el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras
están hechas según Dios.»
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